viernes, 15 de junio de 2012

LA DIALÉCTICA EN LA ENCRUCIJADA

LA DIALÉCTICA EN LA ENCRUCIJADA

Gustavo Flores Quelopana
Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía

                                                             

I. Las dialécticas
Si tomamos el criterio clasificatorio de Georges Gurvitch tenemos "dialécticas ascendentes positivas" (Platón), "dialécticas ascendentes negativas" (Pascal, Kierkegaard) y "dialécticas ascendentes y descendentes" a la vez (Hegel).

En Heráclito la dialéctica no es método sino Ley, Logos que contiene la interaccióbn y oposición permanente pero no la conciliación entre los opuestos, la síntesis. En Platón hay una dialéctica juvenil (método de ascenso del eidos por error) y otra de la vejez (método de deducción racional de formas). En Aristóteles ésta es una técnica lógica para el diálogo. En Plotino es un proceso de multiplicidad creciente a partir de lo Uno. En San Agustín es la existencia contradictoria del hombre. En Fichte es movimiento real de la historia y de la sociedad. En Hegel es el proceso de la autoconciencia de la realidad, nace y desemboca en el Espíritu. En Proudhon la dialéctica es inmanente, atiestatal y a la síntesis de la Revolución opone la conservación de los opuestos a través de la conciliación y cooperación.

II. La Dialéctica en Marx
La dialéctica en manos de Marx no sólo es un procedimiento de análisis sino un instrumento de interpretación supracientífica del acontecer social. La mixtificación que sufre consiste en contener un substrato ideológico que lo contamina e invalida como método científico. Al respecto, no hay duda que la ideología influye sobre la ciencia pero la ciencia avanza también por caminos propios y libres de influjos ideológicos.

Marx enlaza a la dialéctica la praxis revolucionaria, la lucha de clases y el triunfo final del comunismo. El comunismo se vuelve en el nuevo absoluto social, el criterio de verdad depende de la posición de clase, la lógica dialéctica desmerece el papel de la cooperación entre clases a favor de la contradicción, se reifica las fuerzas productivas y se sobrestima el determinismo económico. 

No obstante confrontada la dialéctica de Marx con la realidad sus predicciones no se cumplieron, a excepción del capitalismo monopolista. Es más, el neocapitalismo occidental sujetó bajo su control a las contradicciones antagónicas y demostró su gran capacidad de adaptación en diversos planos. Lo más patético es que en las propios organizaciones de masas imperó el reformismo y luego el gansterismo presupuestívero, y en los ex países comunistas el proletariado nunca se realizó en la revolución sino que fue oprimida por la burocracia del partido único. Y lo previsto por Aron se está cumpliendo, a saber, que la lucha de clases es diluída y manipulada en las sociedades postindustriales por el desarrollo tecnocrático y cibernético.

III. La dialéctica en Engels
Engels con su "dialéctica de la naturaleza" valida el determinismo por cuanto la praxis humana es neutralizada por el carácter inexorable de las leyes científico-sociales. El resquicio que todavía quedaba abierto en Marx es cerrado en Engels. Entonces predominan las fuerzas objetivas del proceso social, que ya no son productos de la actividad humana sino de un proceso puramente naturalista y materialista.

Ahora bien, la microfísica y la microbiología niegan este determinismo de la naturaleza, e instauran la perspectiva de que la posibilidad prevalece sobre la necesidad tanto en el campo natural como en el social. La interpretación escatológica engelsiana del tránsito del capitalismo al comunismo también colisiona con las relaciones de cooperación y con la seudoverdad de que las fuerzas productivas se autodirigen y autocrean. Lo que significa también que la génesis del capitalismo y la lucha de clases es sólo de carácter tendencial y no necesario.
IV. La dialéctica soviética
En la dialéctica soviética imperó la desconexión de la práctica con la teoría por el oportunismo pragmático de los grupos dominantes, donde se desmereció la iniciativa de las masas.

La enorme vaguedad epistemológica de los términos "cualidad, cantidad y negación", así mismo la distinción soviética entre la "negación constructiva y negación destructiva", el carácter "antagónico" que se anida en los estados socialistas, contribuyó a los atropellos políticos y al abuso ignominioso del poder. Al final, tanto el comunismo como el capitalismo postindustrial terminaron incorporando la protesta de las masas al orden institucional volviéndolas conciliadoras e inmediatistas.

Además, en las categorías de la dialéctica se confundió la esencia con "proceso y con cosa", se supuso un kosmos noetos, las formulaciones de "causa y efecto" adolecían de vaguedad, sobre la "necesidad y la contingencia" se terminó restringiéndose la libertad a lo social y el libre albedrío quedó olvidado, se confundió la significación de la categoría de la "realidad" con el de "necesidad", la categoría de "posibilidad" quedó avasallada por la de "necesidad" y demasiado dependiente de la "praxis de clase" y fue injusto su reproche a la metafísica clásica sobre la escisión entre forma y contenido. Sobre el conocimiento resultó sumamente cuestionable que la herramienta produzca el Espíritu, la sensación y el concepto no eran mero reflejo sino una compleja codificación neurocerebral-espiritual. En la lógica se terminó aceptando la lógica formal pero como un conocimiento de nivel inferior, mientras que se mantuvo la imprecisión de los "conceptos concretos" de la lógica dialéctica.

Durante el marxismo soviético, especialmente desde Stalin, en la sociedad socialista la praxis revolucionaria de las masas fue reemplazada por la evolución social dirigida por el Estado. Con ello le fue común con el socialismo utópico la negación de la ley de unidad y lucha de contrarios. En realidad, al arrebatar a las masas su capacidad de negación, de contradicción, anquilosó la dialéctica en antidialéctica y dogmatismo. Con la Perestroika se evidenció que en el socialismo existía la contradicción antagónica y su represión significó su calamidad.

V. La dialéctica en Mariátegui
J. C. Mariátegui fue concebido en los años 30 como un intelectual populista, en los 40 fue adoptado por el comunismo peruano como un comunista "convicto y confeso", desde fines de los 60 hasta los 80 se asentó su imagen de marxista heterodoxo (por asimilar el materialismo histórico y tomar distancia del materialismo dialéctico, así como por tomar en cuenta lo nacional, el aspecto ético del socialismo). Y actualmente se acepta su heterodoxia como piedra de toque de su pensamiento.

Esto ha llevado a pensar que Mariátegui acepta la dialéctica en la historia más no en la naturaleza, y, aun cuando este punto no está del todo agotado, está claro que no renuncia a la dialéctica, asume toda la escatología del materialismo histórico -incluso sus "horrores" (véase la Carta a Samuel Glusberg del 30 de abril de 1927)-, aunque no se detuvo en el análisis filosófico de sus categorías fundamentales. Lo singular en el Amauta es que la praxis individual no queda neutralizada por el carácter inexorable de las leyes científico sociales, de ahí su admiración por Nietzsche, Sorel, Romain Rolland, y otros. Pero no dio el paso crucial hacia una fundamentación científica de las leyes de la dialéctica. Además, su óptica historicista dependió del método dialéctico. Pero tuvo la suficiente lucidez de no pensar, como después lo haría Lukacs, de que "piensa equivocadamente" toda una clase social.

VI. La dialéctica de Lukacs
Lukacs en vez de proceder a una fundamentación científica apostó al carácter necesario de las leyes dialécticas de la historia.y supuso la validez de la lucha de clases para todas las etapas de la historia. También hizo depender la óptica historicista del uso del método dialéctico, simplificó excesivamente la interacción entre el ser social y la conciencia de clase. Y su noción de "conciencia de clase" fue deformada en el sentido de que toda una clase social "piensa equivocadamente".

VII. La dialéctica en Sartre
Para Sartre hay otro existencialismo que no se desarrolla contra el marxismo, aunque reconoce que el marxismo stalinista congeló la relación dialéctica entre "teoría y práctica". 

Sartre evoluciona del existencialismo antimarxista de posguerra al existencialismo marxista de los cincuenta. En éste la praxis individual se integra al materialismo histórico. Dice el "marxismo no está por revisar sino por hacerse" y proclama que el existencialismo es la única vía concreta y fundada de investigación marxista.

Sartre fue el primero en formular la fundamentación de la dialéctica marxista. Frente al marxismo dogmático que funda su metodología en las llamadas "condiciones objetivas" de la historia, Sartre lo funda en la "razón dialéctica" que hace inteligible al marxismo y a la historia. La dialéctica congelada soviética hace del hombre un producto de las determinaciones materiales, mientras que en Sartre el hombre no sólo es hechura de los condicionamientos objetivos, sino también de la praxis individual. 

El método progresivo-regresivo arranca de la praxis individual (abstracto) para alcanzar la historia como totalidad (universal-concreto) y retomar a lo individual enriquecido (particular-ampliado). La razón dialéctica a priori es el instrumento para inteligir lo real a partir de la praxis individual. 

La praxis individual es: 
1.la fuente generatriz de los conjuntos "prácticos" (entre ellos lo "práctico inerte"),
2. las dialécticas individuales generan antifisis o reinado del hombre sobre la naturaleza,  
3.la anti humanidad o reinado de la materialidad inorgánica sobre el hombre -con sus enajenaciones, antagonismos y violencias-, y 
4. la propia antifisis para edificar el reino de lo humano.

Para Sartre la praxis genera la antipraxis, la dialéctica ha generado la antidialéctica. Los conjuntos práctico-inertes (la serie, la masa) es la negación de la praxis individual y la matriz de los grupos revolucionarios. Sirviéndonos de las categorías sartreanas podemos decir que lo anético es el reinado de la antifisis y la antipraxis en el hombre, más aun de la presencia de una praxis degenerativa en sentido personal y moral.

La inteligibilidad perfecta de la Historia transita por tres momentos: praxis individual-praxis serial-praxis común, todo lo cual conduce a la praxis concreta e histórica. La praxis individual (razón dialéctica constituyente) al objetivarse en el mundo material se enajena; la praxis serial (lo práctico inerte) sólo puede ser negado como antipraxis cuando las praxis individuales se integran en una praxis común de grupo, así el hombre se libera de su sometimiento a lo material y recupera su libertad.

En suma, Sartre intentó fundamentar la dialéctica ubicándola en el terreno histórico y evitando proyectarla sobre la Naturaleza, así como haber destacado, superando a Marx, las mediaciones dadas entre el mundo humano y sus producciones en un movimiento dialéctico que oscila entre la libertad, la subjetividad, la serie, lo práctico inerte, los conjuntos y los grupos.

No obstante, es problemático en Sartre su intento de fundar la praxis individual en la dialéctica de Marx; su dialéctica peculiar condena a la sociedad a una alternancia indefinida entre libertad y alienación, praxis y antipraxis; opone injustificadamente la razón dialéctica a la razón analítica; otorga a la dialéctica una dudosa omnipotencia sobre el mundo de lo humano; su concepto de enajenación se mueve en un círculo vicioso, pues resulta insuperable la contradicción "hombre-materia"; su concepción de clases y clases sociales privilegia problemáticamente la praxis individual; y, por último, no ofrece una imagen concreta de la historia sino un  esquema abstracto.

VIII. La dialéctica en Althusser
Para Althusser toda contradicción se presenta en la práctica y en la experiencia histórica como una "contradicción sobredeterminada". En este sentido, sus aportes epistemológicos (criterio de verdad, relación teoría-práctica, etc.) y dialécticos (la sobredeterminación) son muy importantes.

No obstante, se le han dirigido la siguientes objeciones: 1. es la historia real y no la ideología teórica la que fija la necesidad de transformación teórica, por ello su aporte epistemológico es "teoricista" (Adolfo Sánchez Vásquez); 2. borra la distinción entre teoría y práctica al establecer la "práctica teórica"; 3. su criterio de verdad deriva hacia un corpus místico y sacralización de la teoría, al separar la verdad de una teoría científica de la práctica histórico social; 4. mantiene una concepción negativa de la ideología sin observar su lado positivo; y 5. conserva el dogma historicista hacia un destino preconcebido, confundiendo la realidad histórica con un fin determinado (la sociedad comunista sin clases).

IX. Las tareas de la dialéctica
1. A la luz de los avances en la microfísica y microbiología resulta justificado restringir la dialéctica al campo de la historia.
2. El status científico de la dialéctica debe corresponder a la episteme de las ciencias sociales (es decir a su carácter tendencial).
3. Siendo de carácter tendencial e histórico no es el único método válido y debe ser complementado por otros métodos (tipológico, fenomenológico, estructural, funcional, etc.).
4. Debe evitarse su contaminación del dogmatismo ideológico (historicismo no dependa de la escatología del materialismo histórico -G. Gurvitch, Francisco Nicoli-).
5. La lucha de clases y la revolución no se asientan exclusivamente en el método dialéctico.
6. La dialéctica no es omnipotente en el mundo de lo humano (la razón dialéctica no es sino una de muchas en el ámbito antropológico).
7. No oponerse tajantemente a la razón analítica (verdades a priori, independientemente de la experiencia).

En suma, la dialéctica debe basarse tanto en los criterios de objetividad y coherencia interna como en los enunciados que no se adecúan a la verdad observacional y empírica, complementarse con otras metodologías, y evitar fundarse en ideologías. Sin perjuicio de su status gnoseológico y científico, la dialéctica debe ser admitida como un caso especial del conocimiento filosófico.

Lima, Salamanca 15 de junio del 2012