martes, 8 de julio de 2014

FILOSOFÍA Y HOMBRE PRECOLOMBINO

EL HOMBRE ANDINO Y EL SENTIDO ANTROPOLÓGICO-MITOCRÁTICO
DE LA FILOSOFÍA
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
 

Los primeros europeos pusieron en duda la racionalidad del indio americano, hoy no se duda de que tuvieran racionalidad lo que se niega es su capacidad para filosofar.

La incapacidad del intelectualismo eurocéntrico enquistado en la academia para reconocer la capacidad filosófica del indio prehispánico nace de la ilegítima identificación de la filosofía con el saber teórico-abstracto divorciado de la religión únicamente, obviando la concepción de la filosofía como necesidad radical y permanente del hombre.

El español que vino a América volvió el mundo indígena al revés y hasta hoy muchas cosas permanecen invertidas. En cuatrocientos cincuenta años de persecución y alineación los conocimientos avanzados que desarrollaron los antiguos peruanos fueron barridos por el oleaje de la barbarie conquistadora. De su extraordinaria capacidad teórica y práctica nos hablan los cronistas y los extraordinarios testimonios arqueológicos que subsisten.

Es sorprendente entonces la actitud de limitar el estudio de las ideas filosóficas en el Perú a la evolución que se inicia en el siglo dieciséis. La evidente ruptura histórica no justifica echar mano del fácil recurso de incluir el pensamiento prehispánico en las formas de la Weltanschauung o en las del pensamiento mítico, aceptando la peyorativa interpretación ilustrada del mito.

La tesis eurocéntrica fracasa en su intento, porque no acepta extender su análisis hacia la multiformidad de la filosofía y su presencia como necesidad radical del hombre de todas las razas, culturas, épocas y latitudes. El programa eurocéntrico tropieza con muchas dificultades, una de las principales estriba en la contradicción entre un pensar estrictamente filosófico y su desenvolvimiento concreto, que se presenta estrechamente ligada, cuando no supeditada, a los problemas religiosos, científicos y políticos. Esta aporía recurrente en su concepto de filosofía sigue siendo contraria a la experiencia y a la historia.

En nuestra latitud, la sociedad andina no fue estática como las sociedades asiáticas estudiadas por Marx, sino dinámica, en desarrollo y evolución permanente. Y se puede inferir que el mismo dinamismo caracterizaba el proceso de su aventura intelectual.

Que todos estos principios se hayan perdido y extinguido por el genocidio de la familia Huáscar en el Cusco y por el perpetrado por los hispanos en Cajamarca y en todo el territorio, así como por el desconocimiento del lenguaje nativo por la soldadesca española, no es óbice para que la concepción del mundo y del pensar reflexivo sea expeditivamente despachado como un pensar no filosófico.

El comentario de los cronistas tiene una importancia relativa y limitada para demostrar la existencia de un pensar filosófico precolombino, por cuanto el relato recogido carece de principios teóricos y técnicos en que se basaba el saber nativo. Por ello, insisto en la vía antropológico-mitocrática (basada en la concepción que en el mundo ancestral mito y religión expresan una forma de filosofar que llamo mitocrática, y en el supuesto que la filosofía es una necesidad radical del hombre) para afirmar que la filosofía estuvo presente en el mundo precolombino.
 
El período arcaico en el Perú abarca casi nueve milenios y llega hasta 1,500 A.C., está caracterizado como el estadio de las culturas de cazadores y recolectores, nómades y cuyo acontecimiento más importante termina con el descubrimiento de la agricultura, la ganadería y el tránsito de la trashumancia al sedentarismo. Esto sucede con los Chilca, Lurín, Paracas I, Kotosh, Chillón y Sechín. Son nueve milenios de intenso desarrollo chamánico, como manifestación espiritual propia de los pueblos cazadores y nómades. La concepción del mundo y de la vida de los pueblos y culturas andinas en el período arcaico encuadran en las categorías del pensamiento chamánico-mítico. El chamán no es el mitólogo, el chamán es el especialista en el vuelo espiritual hacia el cielo y el infierno, y en unir la topografía cósmica al hombre. El mitólogo es el sistematizador de la representación del mundo en narraciones teogónicas y cosmogónicas y se sirve de las vivencias del chamán. En esta fase la filosofía se presenta como rapto místico espontáneo que sigue la voluntad de lo sobrenatural.

Pero desde el momento en que se presentan manifestaciones de alta cultura en el período formativo que abarca dos milenios con la civilización Chavín y que es interpretado como la diseminación pacífica de un culto religioso, se opera una transformación en las categorías mentales del hombre andino sedentario y agricultor que se reflejan en una Weltanschauung pero no se agota en ella. Aquí el chamán y el mitólogo son desplazados por la casta sacerdotal, que cautela el rito, el culto y asegura la protección de los dioses. En esta fase la filosofía se presenta como mediación controlada de los poderes de la voluntad sobrenatural. Aumenta el papel controlador del hombre.

Más cuando se alcanzan los más altos niveles de tecnología pétrea, los mejores ejemplos en arte cerámico y textil, aunado a un fuerte crecimiento poblacional, que da lugar a la fundación y expansión de ciudades en el período de los desarrollos regionales, a lo largo de seiscientos años, con el desarrollo de culturas fuertemente centralizadas (Virú, Moche, Casma, Lima, Nazca, Recuay, Pashash, Tiahuanaco), se revela un tercer momento en que al mismo tiempo se da un avance cualitativo en el desarrollo del pensamiento y la aparición de antecedentes económicos, culturales, institucionales y geográficos que condicionan pero no determinan una nueva forma de pensar.

En todos estos periodos está presente la metafísica natural del espíritu humano como una filosofía perennis, la cual se basa en las nociones de sustancia, identificación de ser y valor, de la causa eficiente y de la causa final. Además confía en el lenguaje y la inteligibilidad metafísica se da en el discurso.

Esta metafísica natural se da en el Periodo arcaico, caracterizado por el hombre cazador y nómade, mejor representado por el chamán. Aquí el lenguaje poético es la manifestación de la expresión primaria del mundo, prima lo simbólico, simbolizar es un acto consciente e inconsciente. Lo ideatorio es estético e intuición perceptiva.

En el Periodo formativo, singularizada por la agricultura, ganadería y vida sedentaria, por el sacerdote. Aquí el lenguaje es oracular, prima el símbolo como acto consciente. Lo ideatorio es manifestación de lo eterno en el hombre y la naturaleza y expresa una metafísica espiritualista.

En el Periodo de desarrollos regionales, diferenciado por el impresionante dominio del medio ambiente y el crecimiento urbanístico, por el monarca y su corte de sabios. Aquí el lenguaje religioso es poesía numinosa, su simbolismo representa lo trascendente en lo inmanente. Lo ideatorio es ético y abstracción concreta. El giro antropológico es más pronunciado pero aun se mantiene dentro de una metafísica espiritualista.

En este tercer riquísimo periodo del desarrollo de la civilización andina aparece un enriquecimiento del pensamiento filosófico. El historiador Luis E. Valcárcel reconoce la existencia de prácticas esotéricas en el Perú antiguo, y la fisiatra sensei Alicia Holmer Paulet cree que los mochicas copiaron en los espejos de arcilla extraordinarios estados psíquicos de muchos reyes y sacerdotes de singular fuerza mental paranormal.

Esto nos lleva hacia una primera constatación, según la cual la filosofía no es primariamente sentido conceptual, sino sentido perceptual, intuitivo, emocional, estético, ético, religioso y finalmente conceptual. De manera que en filosofía la lógica norma cómo se debe pensar, pero no lo que se debe pensar. Y así como hay una lógica de lo conceptual, también hay una lógica de lo estético, ético, religioso, emocional, intuitivo y perceptual. Todas estas formas lógicas no tienen que ser regidas de la misma forma y constituye justamente la evidencia más palmaria de la rica y compleja naturaleza del hombre.
 
El sentido lógico es la condición necesaria de toda expresión inteligible, pero el sentido lógico no siempre funciona bajo la égida del principio de no contradicción y de identidad. Esto es, que los principios lógicos siempre han sido los mismos, desde el hombre primitivo hasta el hombre tecnológico de hoy, pero la diferencia estriba en que en las diversas actividades humanas su configuración es distinta. De manera que el sentido lógico conceptual no puede decretar la inexistencia de otros sentidos (perceptivo, intuitivo, emocional, idiomático, conceptual, estético, etc.). La filosofía sencillamente es búsqueda de sentido, y el sentido tiene diversas formas. Por tanto, no es necesario identificar lo filosófico con el sentido eminentemente conceptual. Esto implica afirmar que el hombre es una criatura filosófica en cualquier nivel del desarrollo del lenguaje: imitativo-perceptual, metafórico, analógico y simbólico.

Lo cual ayuda entender el cambio en la mentalidad durante el periodo de los desarrollos regionales. Lo cual enriquece la concepción del mundo y de la vida con mitologías y cosmogonías más complejas. Los importantes desarrollos económicos y reestructuraciones que vienen en las subsiguientes ocho centurias con el Imperio Wari, los Estados Regionales y el Imperio Inca, refleja una coherente evolución autónoma intelectual y espiritual del hombre andino, donde el universal intuitivo es completado con la presencia del universal conceptual. Este universal conceptual se hace presente con la idea del dios Pachacamac, totalmente irrepresentable y desconocido, como evidencia de que el lenguaje no está moldeado sobre la realidad sino sobre el discurso ideal. Es prácticamente declarar la existencia de lo inexpresable e ininteligible.

Por tanto no todo lo simbolizado se da en discurso. Esto no fue comprendido por el cronista José de Acosta que reprocha a los naturales por tener un idioma que carece de universales. Lo cual no es cierto, pues el cronista confunde la estructura de una lengua inflexional, como el español, con la de una lengua aglutinante, como el quechua. La lengua nativa no careció ni de universal intuitivo ni de universal conceptual, sólo que la forma de su expresión se sujetó a la estructura de una lengua aglutinante y no inflexional.

En suma, la aventura intelectual del hombre precolombino antes de la Conquista refleja un desarrollo muy rico de la mentalidad humana, que va de lo universal intuitivo hasta llegar a lo universal conceptual, aunque expresado en una lengua de estructura aglutinante y no inflexional como la europea. Este desarrollo va acompañado de la presencia del pensamiento filosófico entendido en un sentido antropológico-mitocrático, esto es, como necesidad radical del hombre y forma ancestral de pensar que implica lo mítico-religioso.


Lima, Salamanca 08 de Julio 2014