lunes, 27 de abril de 2015

EL MANDALA DE PANTIGOSO

EL MANDALA DE PANTIGOSO
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
(Intervención del 29 de abril en la Presentación del poemario “Los siete universos…” en el Mes de las Letras Peruanas en el Centro Cultural CcoriWasi de la Universidad Ricardo Palma)
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Los Siete Uni/versos del Jardín de Magdalena (Lima 2015) es la obra cumbre del poeta, filólogo y educador Manuel Pantigoso Pecero (Lima 1936). Debo confesar que la lectura de sus versos desde el primer universo me produjo un pasmo tal, un impacto espiritual tal, que me imponía detenerme hasta el día siguiente para proseguir con la leída. De modo que el poemario dio su propio ritmo, era imposible correr y había que seguir al poemario tomándole el pulso.

La reverberación iridiscente de una visión metafísica y estética que describe una experiencia de eternidad desde los extremos de la temporal, se plasma en una representación simbólico-poética donde se conjura el devenir para lograr la palingenesia espiritual del Ser. La anamnesis de la niñez y su jardín, hogaño desde la perspectiva de la edad provecta se convierte en un caleidoscopio, donde el macrocosmos y el microcosmos se juntan para describir un sistema de transliteración simbólica, donde se fusiona el espacio de lo profano y lo sagrado.

En este sentido, el lirismo visual de Pantigoso logra una poemática mandálica donde el verso se vuelve Mandala y el mandala deja de ser círculo geométrico encantado para volverse círculo verbal mágico. Y aquí no aludimos a lo mágico en el sentido de “ilusión”, sino en el sentido original de “numinoso”. Pues lo numinoso como algo que está más allá de la razón, no solamente es objeto de la religión, como pensaba el teólogo protestante alemán Otto Rudolf (Lo santo, 1917), sino que corresponde a toda experiencia estética en general.

Lo numinoso es lo santo porque justamente se identifica con el amor, la bondad y la belleza. En este sentido el artista y el poeta son los oficiantes de lo numinoso, que trasciende a la razón y que inspira pasmo, conciencia de lo sagrado y atisba las verdades eternas. Justamente es el mismo pasmo que me conmovió durante la lectura. En consecuencia, por el espíritu que respira el poema de Pantigoso se ubica en territorio de la mística.

Si esto es así, como creo que lo es, entonces estamos ante un poeta que pertenece a una especie en extinción. Efectivamente, actualmente la cultura crematística, hedonista, materialista, relativista y sexista está remitiendo al olvido los eternos valores de la cultura religiosa; y en cambio es territorio abonado para la novela, más contingente, azarosa y permisiva. Por eso, la poesía mística, como la de Pantigoso, es una avis rara, propia de una fauna que pertenece al orbis de lo eterno. Naturalmente su poemario tiene la apariencia de ser una rememoración familiar e infantil de sus amores filiales, pero eso es solamente la superficie, porque en el hondón donde se cuecen las verdades del alma relumbran como luceros los problemas cruciales de la existencia humana y del universo. En este sentido, estamos ante un poemario reactivo por su contenido subversivo y revolucionario ante el presente tiempo feble, venal y luciferino, opuesto a los antivalores del momento actual. Es una denuncia poética de todo el miasma putrefacto irrespirable que solamente el Jardín mandálico vuelve respirable y menos tóxico. Así, es una poesía que no inicia un nuevo periodo pero sí indica el camino del porvenir.

Pero si el mandala es conocido como una técnica de relajación oriental, en cambio aquí la poemática mandálica de Pantigoso es una técnica de develamiento del Ser por la palabra bien enhebrada, que no suprime la dialéctica entre lo inmanente y lo trascendente, ni la dualidad entre la vida y la muerte.

Efectivamente,  en la poesía no se trata del conocimiento lógico-abstracto de las cosas, del sujeto pensante ni de Dios, sino que se trata de algo más profundo. Se trata de dar testimonio de un salto ontológico-metafísico más allá de las limitaciones de nuestro intelecto, más allá de las fronteras del conocimiento nocional que sólo capta la esencia, para ir hacia el conocimiento estético que capta la existencia. La poemática mandálica de Pantigoso es una demostración ejemplar de que la verdad se funda más en el existir que en la esencia conceptual de la cosa.

Todo esto podría parecer extraño para un poeta perteneciente a la Generación del 60, que cancela la poesía pura y la poesía social por la poesía total. Pero esta discordancia es sólo aparente, porque en la poesía total la matriz dialéctica que la anima hace que la “utopía social” se vuelva “utopía intemporal”. En otras palabras, Pantigoso consuma las últimas posibilidades de la poesía total con una atmósfera mística, plagada de metáforas que se remontan al origen de la condición humana.

De ahí que su lira sea pródiga en imágenes tales como el Jardín Edénico, la Madre-Universo y el Mandala místico. La utopía intemporal como consumación de la poesía total se convierte en el presente poemario en una aventura de amor, que se embarca hacia un futuro utópico por un salto ontológico-metafísico sobre lo finito, es un trasuntar hacia lo ideal, hacia la arquetípica Edad de Oro y el jardín mítico, a través de la poesía visual.

Una visión de conjunto del poemario nos hace reparar que por su forma proteica y desmedida ratifica lo romántico y barroco que somos los peruanos, como lo señala Martín Adán. Por el estilo guarda un giro filosófico, sincrético, mitocrático, ancestral, dentro de una epifanía del Ser. Por el contenido el mandala resulta siendo un prisma que señala la simetría Madre-Magdalena y Jardín-Universo, como dos pares que reflejan simbólicamente la relación entre lo inmanente y lo trascendente. Se trata así de una obra que se mide por videncia del puro-ser, que está lleno de intuiciones primordiales, donde la emocionalidad poética es visión esencial. Esto es, que se alude a intuiciones de esencias y no a productos de la razón, es así que aquí se asiste a una relación cognoscitiva básica donde lo dado sobrepasa lo pensado.

El libro contiene siete partes o sea el número sagrado que representa la Creación y lo bueno, además porta una paleta de colores primarios y secundarios, que transportan hacia una metafísica de la luz, y se abre con los versos liminares “Madre Mandala Magdalena”. Aquí se establece dicha equivalencia enigmática como “eterno retorno del ser”.

En el primer Universo lleva el nombre de “Deshojadura en el Jardín del Ser” lleva el color marrón, aquí se delata con nitidez la poesía alquímica, casi chamánica, arquetípica, onírica, donde pululan seres mitológicos, el evangelista Juan, el sentimiento unamuniano de la vida, el Ser como madre viviente, el Jardín como nido del universo y la figura del jardinero que abona la salvación del mundo. Aquí escojo dentro del frondoso árbol lírico los versos siguientes:
“es el Jardín,
Desorillada palabra navegando,
Nube y nido desde el fondo único del universo”.

En el segundo Universo bautizado como “Floración del Aire” lleva el color violeta, allí se representa la floración del mundo, el brote de la infancia, el amor romántico y el aire como matriz del canto del bardo.
“no puedo sacarla más agua a las palabras”,
“¿Hay que enderezas la brújula escribiendo?”,
“hasta alcanzar el Jardín Primero”, ó
“Verde es el ocaso y la página que no vuelve”.

En el tercer Universo nombrado “Hacia la Mandala del tiempo” lleva el color verde oscuro, se retrotrae el poeta al antaño solar español donde se conocieron sus padres, Panti y Antonia, hasta su épica llegada al Perú. Es una sinfonía de Fuente del Maestre con un blasón en forma de sonata, un andante adagio, un scherzo, rondó y coda, y dicho universo concluye con el verso:
“¡huerto limpio sin farallones,
A la vista la proa amaneció!”.

En el cuarto Universo intitulado “El Santo Grial del Jardín” lleva el color amarillo, allí presenciamos la parte más emotiva por el recuerdo de la casa familiar, los pinceles y cuadros de su padre, el retrato de su hermano Josecito-Jesucito fallecido, los otros hermanos, la presencia impoluta y mágica del jardín familiar, la visita de la Muerte y se culmina en un hermoso poema a su Madre-Jardín. Aquí el vate nos embriaga con alegorías sorprendentes, dice:
“Todo lo que perdura ha quedado inmóvil, en el íntimo perfume de la infancia”,
“soy…tu pez, tu niño aferrado a la altura de tus senos”,
“¡Oh multiverso hacinado de memoria!”,
“pero plátanos pero con moscas, ¡porque también tienen hambre!”,
“supe entonces diferenciar lo desnudo de lo vacío”, ó
“inolvidable jardinera, sigo a tu lado como un recién nacido”.

En el quinto Universo designado “Resonancias y delicias de los Jardines del mundo” lleva el color violeta, es el más extenso de todos, allí resplandece la Utopía como Edén, Paraíso Perdido, Edad de Oro, cáliz sagrado e inmortalidad. Está lleno de imágenes sugestivas como éstas:
“oh Isla de Thule al borde del mundo”,
“y nació el Edén, el Jardín de la palabra”,
“el Jardín no es un lugar es un futuro”,
“¿es la anamnesis la memoria del Paraíso?”,
“vida después de la vida, tiempo después del tiempo”.

En el sexto Universo denominado “Las ramas del espejo” que porta el color verde tornasolado, se opera la proyección palingenésica de la Creación de Dios, el espejo-jardín, el jardín-biblioteca, la alusión al neutrovacío del amigo cosmólogo Enrique Alvarez Vita y la omnipresencia de su padre Panti. Así nos sorprende con metáforas que dicen:
“A vuelapluma Dios desde el neutrovacío crea la infinitud del cosmos”,
“Esa tarde se me infartó la vida”,
“Espera que se fatigue el corazón por la espalda”,
“Mi biblioteca era el mismo Jardín de Magdalena”.

En el séptimo Universo o “Urna donde reposa la Utopía” que se distinguen por el color magenta, se testimonia que se inventa la vida para salvar la felicidad, resalta la figura abnegada de la madre, su jardín, su magdalena, su mandala, su Panti, su Lúcia, todo lo cual es el recodo de una última fuente bautismal en la presente vida. En este sentido escribe nuestro bardo:
Yo respondo estremecido al aire…
Desde él me acerco más
A esa fuente bautismal
Del lejano Jardín de Magdalena

La Coda o “Esta Rosa de los Vientos” trata de la Rosa sempiterna que florece en la eternidad. Así nos dice el poeta:
Se escribe tan bella rosa
Y la vida ya no muere

En una palabra, Manuel Pantigoso en el señero poemario Los Siete Universos del Jardín de Magdalena despliega todo un conjunto de imágenes profundas, que son ascensiones del alma de lo inmanente hacia lo trascedente, de lo cual se infiere la infinita posibilidad de resurrección purificada de la condición humana.


Lima, Salamanca 29 de Abril 2015

miércoles, 22 de abril de 2015

EL ALMA VISTA BÍBLICAMENTE

EL ALMA VISTA BÍBLICAMENTE
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
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Ayer por la tarde en el Cenáculo Teológico “Ruthé” –apodado así por el nombre de la calle del distrito de Magdalena que lleva ese nombre- tuve el honor de asistir a una polémica entre mis amigos el historiador y biblicista Sebastián Ponce de León y el católico carismático Jorge Chávez Feijoó sobre el tema de la existencia del alma desde el punto de vista bíblico. Ambos muy versados en el conocimiento bíblico y cada uno con un estilo diferente –profesoral Sebastián y coloquial Jorge- esgrimieron diferentes argumentos contrapuestos durante noventa minutos en una interesante polémica que durante muchos años no se daba en el seno de dicho cenáculo.

Como suele suceder en las polémicas no se llega a conclusiones unánimes pero se exhibieron todo el arsenal discursivo desde cada postura interpretativa. Si hiciéramos una apretada síntesis de sus posiciones se tendría que decir que Sebastián niega la existencia del alma pre y post-mortem, mientras Jorge admite la existencia de la inmortalidad del alma y su diferencia con el espíritu, y todo ello dicho apoyándose cada uno en citas bíblicas.

Estas posiciones no son nuevas, aunque la de Sebastián exhibe mayor audacia arquitectónica. Como se sabe existen tres grandes tendencias interpretativas sobre el alma: 1. El alma es inmortal, 2. El alma existe pero se aniquila tras la muerte, y 3. El alma no existe ni antes ni después de la muerte, lo que existe es solamente el cuerpo.

La primera es común al acervo religioso tradicional, a la filosofía griega, al gnosticismo y a la tradición del cristianismo, cada una con sus obvias diferencias. La segunda es la postura llamada “aniquilacionista” de los Testigos de Jehová y de los Adventistas del Séptimo Día. Y la tercera es la interpretación “naturalista” que no sólo es sostenida por materialistas y cientificistas, sino que, como vemos con Sebastián, tiene una versión teológica.

El naturalismo teológico de Sebastián arguye que no existe en la Biblia nada semejante a la afirmación de que el “alma es inmortal” y que a lo sumo se hace referencia a un vago principio de vida que anima al cuerpo. Por lo demás, sostiene, que en el idioma arameo no existe la palabra “alma”. La Biblia no dice que tengamos un alma. La palabra hebrea “Nefesch” es la persona misma y no el alma. La posición contraria de Jorge, apoyada en numerosos textos bíblicos, menciona la palabra “alma” incluso en labios de Jesús, y en consecuencia, concluye, es consistente pensar que tal entidad existe y que es inmortal.

El intercambio dialéctico de citas e interpretaciones fue sumamente interesante y ardoroso, como pocas veces se ha visto, ante lo cual para los presentes dejó apenas unos minutos para verter algunas reflexiones. Aquí presento las mías.

Existe fundamento bíblico para argumentar la existencia del alma inmortal y la dualidad con el cuerpo en la connotación: “Duermen” (Daniel 12:2, Pablo Tsl. 4:13-16) y “Soplo” (Gn. 2:7). Efectivamente, la Sagrada Escritura hace alusión a las almas con la palabra “duermen”, pero si el cuerpo se destruye con la muerte entonces no es el cuerpo el que duerme sino algo inmaterial que subsiste, a ese algo se le llama “alma”. Acto seguido, el Génesis relata que Dios crea al hombre de barro y le insufla vida con un “soplo”. Ahora bien, si bastara el “barro” entonces seríamos meramente “cuerpo”, pero si hubo un “soplo” eso quiere decir que algo diferente entró al cuerpo para darle animación, ese algo inmaterial es la vida o el alma.

En otras palabras, en esta mínima citación bíblica se encuentra el basamento para sostener la doctrina de la inmortalidad del alma y la dualidad con el cuerpo. Por tanto, no es cierto que sea una creencia solamente platónica injertada al cristianismo como sostienen las huestes evangélicas. Y tampoco es acertado atribuir a Dios la inmortalidad citando a 1 Timoteo 1:17 –como hacen los Testigos de Jehová y Adventistas-.

Al respecto hay que decir, que la inmortalidad del alma no es una gran cosa, pues el destino del alma no es ser inmortal, sino volver a unirse al cuerpo para ser juzgado como persona –como lo destaca enfáticamente Santo Tomás de Aquino-. El alma es espíritu –y no algo diferente a éste como cree Jorge-, posee razón, voluntad e inmortalidad, pero su destino final es volver a unirse al cuerpo como persona.

Esta confusión entre “alma” y “vida eterna” se deja advertir en Sebastián cuando interpreta el episodio de la tentación en el Paraíso. Pues al alma no le corresponde la vida sino la inmortalidad. La vida eterna no es una característica del alma, sino que es una gracia concedida por Dios. Y parecido galimatías se da con Jorge cuando éste sobrepone al “alma” el “espíritu”. Pues la inmortalidad del alma no tiene que ver con los que son salvos por recibir el nuevo espíritu.

En síntesis, dicha polémica fue interesante para escuchar un naturalismo teológico (Sebastián), subrayar que la inmortalidad del alma y el dualismo con el cuerpo tiene sustento bíblico y destacar que la inmortalidad no es el destino del alma.


Lima, 22 de abril 2015

martes, 21 de abril de 2015

FALACIAS PLATILLISTAS

FALACIAS PLATILLISTAS SON PARTE
 DE LA CRISIS DEL PENSAR ACTUAL
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
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Por lo general, la mente humana es muy proclive a creer en ilusiones sin pruebas científicas. Y es así porque la ilusión surge de la propia percepción que engaña a la mente y la misma nos lleva hacia decisiones y creencias irracionales. Y el sentido común es la víctima predilecta de las ilusiones.

Algo no es real simplemente porque existe, las ilusiones también existen pero no son reales. Realidad y Existencia no son equivalentes y no distinguirlas es origen de muchas confusiones y ficciones. Lo que es Real tiene consistencia ontológica individual permanente, en cambio lo que es simplemente Existente le basta tener trascendencia a la conciencia sin poseer identidad permanente. No toda existencia tiene realidad, en cambio toda realidad tiene existencia[1]. Incluso ciertas psicopatologías hacen ver entidades, como la esquizofrenia, o escuchar voces, como la paranoia, como si fuesen reales pero que solamente existen en la mente del sujeto.

Como vemos no todo lo existente es real. Creer como real lo meramente existente es un trastorno cognoscitivo que tiene que ver con la alucinación, la psicopatología, el fraude, la manipulación mental y paradigmas epocales.

Al conversar con investigadores y creyentes ufológicos se observa generalmente la presencia de una similitud con los prejuicios cognitivos de la esquizofrenia: demasiada atención a posibles amenazas, el saltar a conclusiones precipitadas, hacer atribuciones externas, problemas de razonamiento acerca de situaciones lógicas y sociales, dificultad para diferenciar el discurso interior del de una fuente externa, déficit neurocognitivo global en la memoria, distorsión de la realidad, ideas delirantes, persistencia de experiencias psicóticas, problemas de funcionalidad social, procesamiento visual y para mantener la concentración. Muchas personas normales tienen experiencias psicóticas espontáneas sin ser esquizofrénicas.

 Así, la vida inteligente extraterrestre es una ilusión sin evidencia de su realidad y que se asocia al fenómeno ovni, pero como hemos visto esto no debe ser necesariamente así. El fenómeno ovni puede subsistir sin el nexo con la vida inteligente extraterrestre. Es decir, aun cuando la ciencia llegue a confirmar que estamos solos en el universo, como al parecer todos los indicios lo indican, el fenómeno ovni sobrevivirá como fenómeno atmosférico anómalo, como programa de aviónica secreto y, cuando no, como engaño sobrenatural del satán.

Así, sobre el fenómeno ovni hay que distinguir tres tipos de problemas, a saber:
·         El problema de la manifestación natural ovni (rayos globulares, nubes lenticulares, hologramas solares, sprites, meteoros, estrellas, planetas),
·         El problema de la manifestación artificial (tecnología ovni humana, aviones negros, misiles hipersónicos, satélites, globos, fraudes, engaños humanos y demoníacos), y
·         El problema de la inteligencia extraterrestre (civilizaciones en nuestra galaxia y fuera de ella).

Los dos primeros son objetivos, es decir, existen y son reales. El tercero no es real, existe como objeto hipotético. El fenómeno ovni justamente se convierte en mitoide de la modernidad tecnológica al confundirse con el tercer problema, a saber, el problema de la inteligencia extraterrestre, y al subsumir erróneamente los dos primeros al predominio ET.

A partir de esta confusión con la inteligencia ET surge la ufolatría (con líderes carismáticos, astutos, mitómanos y superficiales, y con adeptos sumisos, acríticos y sugestionables[2]), que curiosamente se encuentra ampliamente extendida en sociedades tecnológicamente avanzadas[3]. Lo cual no es extraño, dado que son en esas sociedades precisamente donde el “Reloj del Apocalipsis” termonuclear amenaza con la destrucción del planeta y aprisiona con más fuerza a las conciencias y acentúa la angustia del hombre común.

De este modo, la ufolatría llega al extremo delirante de confeccionar mapas estelares señalando de qué estrellas provienen los Reptilianos, los Sirianos, los Andromedianos, los Nórdicos, los Zetas, e incluso llegan al extremo de indicar otros lugares donde existe inteligencia desconocida[4].

Otros presentan otra clasificación morfológica: Humanoides (verdes, grises, nórdicos y gigantes), Zoomórficos (reptilianos insectoides, cefalopoides), Xenomórficos (figuras nebulosas, ameboides, minerales, vegetales, etc.). Ante esto la ciencia ha descartado la apariencia humana como dirección de la evolución convergente.

Abundan libros, películas, series de televisión, videojuegos sobre extraterrestres, incluso la creencia astrológica del New Age hablan de que Jesucristo fue un extraterrestre. La arqueología, la ciencia, la astronomía han ido derribando estas ficciones, pero la exoplanetología hizo que científicos, en número cada vez mayor, se mostraran optimistas sobre la posibilidad de encontrar planetas en torno a estrellas de nuestra galaxia y de otras galaxias que pueda albergar vida inteligente. Este último hecho resucitó nuevamente la ufolatría, que ya había caído en descrédito por tanto fraude y engaño[5].

Tanto la ufolatría popular, “científica” y teológica echan mano desde el punto de vista lógico a tres tipos de falacias, que se condicen con la degradación cultural de la civilización consumista y hedonista actual:
·           Falacia del Residuo (afirmación de la existencia de ET sobre un reducidísimo número de casos inexplicados).
·           Falacia de la Diversidad (afirmación de otras formas de vida sobre condiciones desconocidas e inexplicadas).
·           Falacia de la Vastedad (dado que el universo es tan vasto, debería ser cierto que haya un enorme número de civilizaciones extraterrestres en el Universo).

Especialmente la ufología teológica se sirve de esta última falacia, la cual como hemos visto se fundamenta en una comprensión errónea de la omnipotencia divina.

La agudización de las crisis de la modernidad (ecológica, política, alimentaria, seguridad mundial, sanitaria, económica, poblacional, educativa, moral y espiritual) hace prever la mayor difusión de las sectas ufolátricas a corto y mediano plazo en medio de una sociedad sumida en la increencia, el nihilismo, la religión a la carta, el relativismo, el hedonismo y la profunda secularización.

Es más, el avance de la sociedad cibernética aumenta el temor sobre el peligro del dominio de los robots sobre la humanidad. Se siente la amenaza de la era posthumana[6]. Lo más seguro es que los robots pensantes y autónomos no representen la evolución de la especie humana sino, más bien, su fin. Se avizora un futuro sombrío para el hombre en medio del auge de las máquinas.  La super inteligencia artificial introduce un nuevo elemento angustiante en la conciencia de la humanidad.

En otras palabras se vive una gigantesca crisis civilizacional en la era cibernética, que desborda el orbe occidental y que en una era globalizada involucra a todas las demás civilizaciones unidas por la racionalidad científico-técnica y la economía de mercado. Esta crisis civilizaciones está acompañada de una crisis del pensamiento, muy proclive a caer atrapado en falacias, y a una crisis del espíritu.

Es una dura prueba para las conciencias que perseveran en la fe trascendente y en la respuesta afirmativa que subyace en la interrogante filosófica de la problemática integral del fenómeno ovni: ¿Puede el hombre seguir siendo el centro metafísico-moral del cosmos?

Lima, Salamanca 21 de abril 2015



[1] Al respecto Nicolai Hartmann sostiene que sólo los objetos reales e ideales existen porque no son creaciones nuestras, en cambio los objetos irreales o creados por nuestra imaginación tienen consistencia pero no existencia. Esta teoría es errónea porque también se da la existencia irreal y porque subsume lo real a la existencia. Toda la confusión se origina porque identifica la Realidad con el ser real, cuando al contrario el primero trasciende al segundo y se da en todas las esferas del ser. Con esto tampoco identificamos la realidad y el ser.
[2] Es la astucia de la serpiente que ofrece ciencia sin obediencia a Dios (Génesis 3, 1).
[3] Una lista bastante completa y detallada se ofrece en el artículo “Religión Ovni” de Wikipedia. Todas son sectarias, milenaristas, y en su sincretismo introducen creencias cristianas y científicas. Su tecnofilia (fe ciega en la tecnología) se combina con su ETfilia (fe en las capacidades espirituales de los ET).
[4] Cfr. Ufo Giovanny Astra FB, post “lieu de nos visiteur”. Enero 24 2015.
[5] Entre los casos más sonados de fraudes estuvo el autor de “Yo visité Ganimedes” al reconocer que era pura ficción, y a mediado de 1990 José Luis Jordán Peña reconoció ser el instigador de la civilización extraterrestre ummita. Este último convencido de su inmoralidad confesó todo a la policía, tras haber desatado una ola sectaria que marcaba a fuego con su símbolo a niños. Mucho se habló que fueron experimentos del servicio secreto sobre el control mental. Todo lo cual demuestra lo frágil de establecer el criterio de verdad en simples “Testimonios”. Tampoco se puede omitir mencionar la sentencia en 2012 por el Tribunal de Apelaciones de Francia contra la iglesia de la Cienciología, que cree en seres galácticos, por fraude y ser una banda organizada con fines económicos. Muchos han descubierto que en el actual mundo anético y sin valores, la mejor manera de conseguir su primer millón de dólares es hacer su propia religión, y mejor si trata sobre extraterrestres.
[6] El fundador de Microsoft, Bill Gates, se unió a la carta abierta firmada a fines del 2014 por destacados pensadores, entre ellos el empresario tecnológico Elon Musk y el científico británico Stephen Hawking, en su preocupación acerca de cómo pueda ser utilizada la inteligencia artificial en el futuro. El astrofísico británico fue más radical al expresar que la inteligencia artificial acabaría con la especie humana. Pues lo humanos ya no podrán competir al estar limitados por la evolución biológica ante máquinas que se rediseñarán a un ritmo creciente. A comienzos de 2015 el MIT anunció el logro de Matrix o de un interfaz que permita conectar el cerebro humano a una computadora, y se calcula que en tan sólo una década estará listo el proyecto Avatar de la NASA y el Departamento de Defensa, con un cerebro humanoide y una consciencia transferida a un ordenador.

jueves, 9 de abril de 2015

NEUTROVACÍO Y DESIDEOLOGIZACIÓN DE LA CIENCIA

NEUTROVACÍO Y DESIDEOLOGIZACIÓN
DE LA CIENCIA
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
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Neutrovacío y teología vertical de salvación
El principio cosmológico del neutrovacío está planteado en términos agnósticos desde el momento en que admite junto al fenómeno lo nouménico. De modo que a pesar del agnosticismo de su creador es inevitable pensar lo nouménico no sólo del neutrovacío, sino en todo el horizonte implicado en él.

Al respecto veo dos opciones: 1. o el neutrovacío como lo concretamente mínimum es lo único que existe y a partir de él existe Dios en un proceso panteísta y emanacionista (teología horizontal de salvación), o 2. De lo contrario existe antes del neutrovacío lo absolutamente máximum o Dios, como lo nouménico de lo nouménico de lo concretamente mínimum o sea del neutrovacío, y de este modo hay un Creador del mundo en vez del divino neutrovacío (teología vertical de salvación).

La solución emanacionista panteísta niega que Dios sea el creador del mundo, pues lo verdaderamente divino resulta siendo el neutrovacío. Pero este camino tiene otro grave defecto, el cual es que impide pensar si el horizonte de lo nouménico se agota en el neutrovacío. Pues si no se agota entonces es posible pensar lo absolutamente máximum del Cusano por encima del neutrovacío y en la teología vertical de salvación.

Posibilidad de lo concretamente máximum
El principio cosmológico del Neutrovacío replantea un crucial tema científico y metafísico: la idea del infinito. El Cusano con la idea del Universo como lo concretamente máximum introdujo la capital idea moderna de la infinitud espacial, Giordano Bruno la recoge con su idea del infinito actual en las cosas finitas. Einstein la precisa diciendo que el Universo es finito pero ilimitado. Y ahora viene Kiko con la idea de que el estado potencial del Universo está antes de lo finito e infinito.

Pues bien, como es un contrasentido pensar que el neutrovacío sea antes del infinito en sentido absoluto, entonces tiene que serlo necesariamente en sentido concreto aunque en un horizonte mínimo. El neutrovacío, de este modo, es antes del infinito no en sentido absoluto sino en sentido concreto, porque es la posibilidad misma de lo concretamente máximum, o sea, el universo mismo. 

Neutrovacío como intuición practicable
Compendiando los elementos de la teoría del Neutrovacío se desprende cinco tesis siguientes:
Primera: la teoría cosmológica del neutrovacío utiliza conceptos ideados y no sugeridos por la experiencia. Estos conceptos tienen función de intérpretes, es decir, traducen a lenguaje un nuevo problema.

Segunda: este lenguaje formula el problema en cuanto que los conceptos fundamentales, exacta y cualitativamente, cada uno por sí mismo, y definidos con toda precisión en una formulación matemática que tiene en cuenta sus posibles y mutuas correlaciones. Y aquí comienza la parte creadora de la teoría.

Tercera: No obstante esta definición formal matemática del concepto de neutrovacío en el sistema coherente del origen de las fuerzas fundamentales del universo, debe constatarse que la conexión lógica del concepto con las experiencias elementales cae fuera de lo posible por el momento.

Cuarta: La inseguridad metodológica comprobada en la tesis tercera parece poner en peligro el principio heurístico del neutrovacío, según Mach no puede admitirse en física concepto alguno cuya rectificación empírica sea imposible.

Quinta: La física moderna no arroja luz clara e inequívoca sobre la verdad y el objeto, ni por vía empírica (porque los conceptos y las leyes no son deducciones lógicas del mundo trascendente a la observación) ni por vía apriorística (porque pueden existir interpretaciones excluyentes). La justificación de una teoría física, incluida la del neutrovacío, se deriva exclusivamente del hecho de que su intuición demuestre ser practicable.

La teoría cosmológica del neutrovacío de Enrique Alvarez Vita brinda otra excelente oportunidad para sostener que la justificación de una teoría física no puede fundamentarse en el recurso de un idealismo crítico, aunque se trate de una síntesis apriorística, y tampoco en el realismo científico-natural de un empirismo crítico, porque la conclusión del proceso inductivo de lo particular a lo general no puede fundarse en la experimentación ni en la lógica. Su justificación sólo puede provenir del hecho de que su intuición demuestre ser practicable.

Neutrovacío como paradigma indicativo
Cuando decimos que la teoría del neutrovacío encuentra su justificación en el hecho de que su intuición demuestre ser practicable, estamos aludiendo a que una teoría física es una red de afirmaciones tejida en torno a una construcción sintética, que debe hacer posible que lo perceptible sea transformado en mensurable, es decir, en objeto de la física.

Esto es claro en virtud del principio de Mach. Sin embargo, Einstein recomienda precaverse del peligro de considerar la construcción mental simplemente como expresión idealmente abstraída de algo ónticamente real, porque no se ve la posibilidad de derivar lógicamente del mundo experimental los conceptos básicos fundamentales.

Entonces queda por preguntar si el concepto de neutrovacío no es sino una "imagen hertziana" o paradigma indicativo, en el sentido en que las consecuencias lógicas necesarias de las imágenes son imágenes de las consecuencias naturalmente necesarias de los objetos representados.

Neutrovacío como concepto deductivo abierto a lo trascendente
Con el neutrovacío ocurre exactamente lo mismo que con los cuerpos, como lo dijeron Descartes y Einstein, no es percibido propiamente a través de los sentidos, sino a través de razón, porque ésta solo puede alcanzar el verdadero significado del objeto corpóreo o no corpóreo a través de las imágenes percibidas por las experiencias de los sentidos o las conjeturas de la razón.

En otras palabras, el neutrovacío es un concepto deductivo, es decir se apoya en conceptos y axiomas hipotéticos. Pero mientras Descartes conforme a su racionalismo idealista tiene seguridad absoluta en la hipótesis de carácter matemático, Einstein prefiere rectificar las hipótesis racionales mediante la observación. Alvarez Vita como Einstein cree firmemente en la posibilidad de confirmación en el mundo fenomenológico.

Todo esto tiene una consecuencia de largo alcance que se retrotrae a Kant. Todo se debe agradecer al orden racional y no necesariamente divino. El carácter ateológico y ametafísico del humanismo científico tampoco es remecido necesariamente con la física cuántica, porque se trata de otro orden racional aun no entendido pero que se mantiene dentro de un mundo supremo autocreado.

Lo singular del concepto de neutrovacío es que no es necesariamente el mundo como causa sui, como sí lo vio Einstein en su visión panteísta, sino que da un salto heurístico más allá de la mística de la identidad de Kepler, el monismo fundamentalista einsteiniano y el pluralismo complementario de la física cuántica, para aspirar a la concreta totalidad del mundo. Esto es así porque la teoría cosmológica del neutrovacío no está limitada al orden unilateral de lo fenoménico, que sólo percibe el ser categorial manipulable, sino que está abierto a un orden trascendente y no manipulable del ser.

Asume transfenomenalidad del metacosmos
Algo decisivo en la teoría cosmológica del neutrovacío es que nos habla de diversos niveles de realidad, con ello no aspira hacia teología horizontal ni se divorcia de la providencia divina. Abierto hacia una teología vertical busca iluminar la totalidad del cosmos y demuestra como Bohr que el físico puede respetar internamente el concepto y la fe omnivalente en Dios.

Ni siquiera la reserva científica tradicional ante la creación se mantiene. Esto significa que está abierto a las verdades profundas en beneficio tanto del filósofo, el teólogo y el físico.

Por tanto, es inadmisible desdeñar la fenomenalidad como la transfenomenalidad de la física, dentro de un diálogo armonioso entre el macrocosmos, el microcosmos y el metacosmos. Nada de lo cual quiere decir que desaparezca la obscura zanja entre concepto y realidad.

En la presente hora en la que muchos intelectuales sucumben, como lo previó Heisenberg, en la fascinación de un pensamiento modelo en el que no existieran la contradicciones, es necesario admitir que esta aparente eliminación de toda contradicción es una eliminación ante el indesarraigable relación de incertidumbre en el corazón de la actividad epistémica. Lograr la visión de un universo unificado no significa abrazar estas ilusiones, sino asumir con coraje las limitaciones conceptuales sin caer en un relativismo categorial.

Favorece la síntesis del conocimiento humano
El enorme mérito de la teoría cosmológica del neutrovacío es que nos pone de frente ante el gran misterio de la realidad. Cuando la física cuántica intenta liberarse de la construcción mental lógico-aristotélica y de la matematización cartesiana proponiendo con Niels Bohr las ideas de complementariedad, estamos tentados a afirmar como Heidegger que sólo aprendemos a conocer cuando comprendemos que la razón es la principal adversaria del conocimiento.

Sin embargo la tentación irracionalista pierde su encanto cuando reparamos que la reapertura hacia la realidad total requiere tanto de la combinación de la metafísica óntica de los universales como del a priori como dato necesario para alcanzar la kantiana cosa en sí. El concepto de neutrovacío al combinar lo material e histórico con lo inmaterial e intemporal nos lleva hacia esa síntesis indispensable para el conocimiento humano.

Neutrovacío y principio antrópico
¿Es congruente la teoría de Penrose expuesta en su “Ciclos del Tiempo. Una extraordinaria nueva visión del universo” (Debate, Barcelona 2010)? ¿Qué teoría es más aceptable, la teoría común de multiversos paralelos, por ejemplo, tal como la concibe Hawking, o la teoría de multiversos cíclicos propuesta por Penrose? ¿Qué relación guardan estas teorías, que minimizan la importancia del principio antrópico, con la del neutrovacío?

Nosotros podríamos imaginar otros modelos, por ejemplo, un universo con frenado gravitatorio, un big Crunch consecuente pero sin un nuevo big bang emergente, la energía latente quedará como un neutrovacío pero sin capacidad para dar lugar a un nuevo universo emergente. Con ello no habrá universo que nazca y muera sucesivamente. 

Otro modelo sería un megauniverso que contiene universos oscilantes de carácter no indefinido y que al final desaparecen por colapso gravitatorio, todo lo cual describiría un megauniverso cuyas partes van muriendo hasta disolverse en la nada. El Eón de eones al fin se apaga dejando la habitación del cosmos sin nada y sin nadie. Esta posibilidad no está descartada dentro del modelo cosmológico del neutrovacío. Ni las constantes adimensionales ni el rebote cuántico serían capaces de volver a prender la luz en el cosmos.

Incluso cabe un tercer modelo donde la expansión del megauniverso hace mucho acabó dando inicio a su fase de colapso independientemente de que dentro de él muchos multiversos estén en un eón expansivo. En otras palabras, ni el modelo de Penrose (multiversos cíclicos) ni el de Hawking (multiversos paralelos) repugnan la idea cosmológica del neutrovacío, que se muestra más fundamental y filosófica que las de los otros grandes cosmólogos.

Como vemos, inclinarse por una u otra visión no depende de los hechos empíricos que las avalen porque ni una ni otra tienen cuentan con evidencias científicas que las respalden. Por consiguiente, la discusión de estas propuestas de multiversos y megauniversos dependerá de su consistencia lógica interna; es decir, de que el sistema de realidad sea consistente internamente con los hechos empíricos y sea por ello probable. 

Se tratará, por tanto, de una discusión sobre la consistencia teórica de ambos modelos fenomenalistas, donde la materia se rige por leyes autónomas. Pero hay algo más interesante aun dentro de una consistencia lógica interna, y se trata de la consideración de que la posibilidad de multiversos con o sin megauniverso sea probable dentro de un cosmos cuyo principio antrópico obedece no a ciegas leyes causales o cuánticas, sino a la voluntad de un Creador omnipotente, no excluido en la cosmología del neutrovacío. Efectivamente, el modelo del neutrovacío no es un modelo del universo de carácter ateo sino agnóstico.

En otras palabras, el estado final de la evolución cósmica existe y puede darse de muchas maneras, una de ellas es la del neutrovacío, pero la no excluida voluntad del Creador no es la recreación sinuosa y variable de la materia en sus distintas formas, sino que es demostrar la importancia suprema que tiene el hombre en el ignoto misterio del universo. El modelo cosmológico del neutrovacío concluiría reforzando el principio antrópico.

Al límite de la concepción inmanente de la materia
El problema fundamental que plantea por la Segunda Ley de la termodinámica es que el aumento de entropía de los sistemas debería diluir el universo en un máximo de entropía final que daría entrada en un estado en el que el espacio-tiempo y las leyes de nuestro eón perderían vigencia en una singularidad.

Ahora bien, tras el momento de disolución final en la singularidad debería mantenerse la energía del universo (ésta ni se crea ni se destruye). Por tanto, si el universo desaparece, la energía debería estar como “plegada” o “autocontenida en algún sitio” que llamo NEUTROVACÍO.

Al diluirse un eón, su energía quedara replegada en el NEUTROVACÍO, pero sin ninguna seguridad de que habría energía para un siguiente eón: ya que de la nada, nada viene. Incluso, se podría preguntar si el NEUTROVACÍO como estado potencial del universo puede también colapsar, y con ello rompemos la concepción inmanente de la materia. Por ello, es posible concibe una voluntad espiritual por encima del universo material.

La coincidencia
Pero la teoría cosmológica del neutrovacío está más cerca del modelo de multiversos de Penrose que al modelo de Hawking. No sólo porque piensa que es muy difícil que puedan hallarse pruebas empíricas ordinarias de la existencia de otros universos (e incluso pruebas de la teoría M, tan esencial para Hawking). Se trata de universos paralelos, independientes y sin interferencia. En cambio, en el universo cíclico de Hawking se concibe la dependencia de unos eones e otros por el “estado intermedio singular y conforme”.

Por ello, podrían concebirse posibles contrastaciones empíricas que permitieran atisbar la existencia del eón precedente por la continuidad entre eones que postula. Penrose y Alvarez Vita reconocen que estas pruebas no existen en la actualidad, e incluso que cabe pensar que la enorme temperatura del big bang inicial habría borrado todas las posibles huellas del eón anterior.

La diferencia
Encuentro una diferencia fundamental y profunda entre la cosmología de Enrique Alvarez Vita y la cosmología de Penrose. Mientras el primero es un agnóstico moderado que admite la transfenomenalidad del universo físico, en cambio el segundo es un fenomenalista que agota su análisis en un horizonte estrictamente inmanente. 

Son cosmologías profundamente opuestas. Atea la de Penrose y agnóstica la de Alvarez. Una cosmología sin Dios la del primero y otra cosmología con Dios la del segundo. Sin embargo, una cosmología “sin Dios” no implica necesariamente la negación de la existencia de Dios. Que el universo pudiera ser explicado sin Dios no significa que Dios no exista, ya que en el deísmo se postula un Dios que crea un universo que pudiera ser explicado sin Él.
 
La ratio physica no puede abordar las últimas preguntas según su propio método pero intenta construir explicaciones que “den razón” de la realidad del universo sin Dios. Las teorías de “universo único” se han abandonado por los problemas que planteaban y ahora se esfuerzan en ofrecer una teoría cosmológica autosuficiente en el marco de los multiversos (Hawking, o la teoría de multiversos en una “cosmología cíclica de Roger Penrose).

Sin embargo, el universo no aparece como autosuficiente, y exige una metafísica que necesita de Dios para justificar la realidad del universo. Un camino para ello lo brinda la cosmología del NEUTROVACÍO.

Universo como enigma metafísico
Una antinomia es para Kant un conflicto en el que entra la razón cuando pretende pensar lo incondicionado. Esto es lo que encontramos entre las teorías cosmológicas actuales ante el enigma persistente del universo.

No tenemos evidencias disponibles para saber si es verdad lo que dice Hawking, Penrose o Alvarez. No es posible excluir que lo afirmado por Hawking, Penrose o Alvarez pudiera ser realidad; pero no las tres al mismo tiempo. El hecho es que el razonar a partir de nuestra experiencia fenoménica, no tenemos acceso a una explicación única.

La legitimidad lógica no equivale a legitimidad real y por ello el universo se nos presenta como un enigma metafísico. Diversos constructos especulativos posibles no revelan un enigma final del universo. Es por eso que el agnosticismo moderado del principio del neutrovacío resulta más fecundo, desde el momento que abre el fondo transfenoménico del cosmos mismo.

Cercana al teísmo
La cosmología del neutrovacío es la más cercana y conforme a la hipótesis teísta que estima que el universo tiene su fundamento metafísico suficiente en un Ser Divino, personal, inteligente y creador del universo visible.

Esta congruencia se basa en que la dimensión de metarrealidad del NEUTROVACÍO se funda en la metarrealidad de un Ser Divino Creador. Es la alternativa al sistema de metarrealidad ciego (teoría ordinaria de multiversos). 

Incluso el NEUTROVACÍO, que cuestiona el modelo estándar, es perfectamente compatible conforme con otros aspectos de este modelo, a saber:
a) consistencia y estabilidad del universo,
b) origen de racionalidad y orden del universo físico y vital,
c) explicación desde la ontología fundante de Dios que surja en la evolución física la propiedad fenomenológica de la psique.

La teoría cosmológica del neutrovacío es una hipótesis científico-filosófica que entra en congruencia con la gran tradición religiosa de la humanidad porque admite lo transreal.

La filosofía de la cosmología del neutrovacío no pretende afirmar como la filosofía de la física cuántica que la reapertura de la realidad total transite por la vía del principio de complementariedad (Bohr, Heisenberg, Jordan, Scheibe), sino que respetando tanto el ámbito de la razón como de la intuición está lejos de restringir la realidad a lo fenoménico y admite, más bien, la realidad de lo transreal.

No es fenomenista sino fenomenalista
Se da algo sumamente decisivo en la teoría cosmológica del neutrovacío y es que el concepto de naturaleza de Alvarez rompe profundamente con el de Kant, el cual la definía como el conjunto de fenómenos según reglas necesarias (CRP A 216). En cambio en Alvarez se rompe con la concepción-tipo que calificaba con suma persistencia la tendencia divinizadora del concepto moderno de naturaleza del positivismo metódico sistematizador.

En el principio del Neutrovacío no es posible que todos los fenómenos se apoyen en conceptos porque por definición el neutrovacío es un proceso transfenoménico o nouménico de la realidad. En otras palabras, el agnosticismo moderado de Alvarez no es fenomenista como el de Kant sino es fenomenalista como el de la fenomenología, va hacia la "cosa en sí" y de este modo su ontología está en la línea de la ontología platónica, de la ontología aristotélica y de la ontología medieval en donde el ser es un trascendens, que nunca será totalmente alcanzado por el concepto.

Con esto Alvarez da una pauta muy importante y diferente a Galileo porque el libro de la naturaleza ya no puede ser leída con independencia completa del libro de la Revelación. Y aquí mentamos Revelación en el sentido aristotélico de que sobre la razón hay algo superior, el cual es el ser universal o sea Dios (Ética a Eudemo 1248 a 25 y 1249 b 14).


Subraya distancia ontológica entre verdad y concepto
El más importante razonamiento que introduce el principio del Neutrovacío es que se vuelve imperioso tener en cuenta la distinción necesaria e imprescindible entre concepto y cosa en sí.

Si se olvida la distancia ontológica entre la verdad y el concepto, o que el concepto de naturaleza es sólo un concepto y no la "cosa en sí", entonces se deja de tener en cuenta que el principio lógico según el cual el pensamiento analítico-sintético sólo puede conducir a la formación de un "sistema".

Cuando no se tuvo en cuenta esta distinción se habló de "sistema de la naturaleza", en el sentido de naturaleza autárquica (ya sea neohegelianamente o a través del materialismo dialéctico). Así, este positivismo metodológico se vuelve en ideología al convertir a la naturaleza en un dios.

Tanto Hegel como Marx (el capitalismo existe pero no por eso es verdadero) conocían la distinción entre lógico-exacto y verdadero, pero sus seguidores pocas veces lo recordaron. Ahora bien, con el principio del Neutrovacío se abre la posibilidad de reabrir este proceso de separación y retrotraer el nombre de "naturaleza" a un acontecimiento abierto del ser y cancelar el proceso que la encerraba en características categoriales y conceptuales.

Ha llegado la hora de que los maestros de la posesión de la naturaleza (maitres et possesseurs de la nature), de la planificación comercial, de la fascinación manipuladora del know how y del management dejen su lugar hacia los maestros de la reapertura del la verdad y del ser.

Razón tenía Pascal cuando decía que hay que escribir contra los que profundizan excesivamente la ciencia. Y que a la humanidad le sirva de lección que nunca hay que olvidar que dar cuenta por el "cómo" de la conexión regular de las cosas no debe obnubilar la superior importancia por el "qué" y el mismo acontecer de la naturaleza. La cibernética y la física cuántica han vuelto a poner sobre el tapete que la perspectiva neoplatónica que la naturaleza está escrita en letra matemática es falsa y sólo da cuenta de la comprensión artificial de los fenómenos.

En este sentido, el principio del Neutrovacío es un paso adelante más en la desideologización de la ciencia, cuyo sistema conceptual no es la experiencia de la realidad total.

El fondo abisal entre concepto y realidad
El principio del Neutrovacío al insistir en la distinción necesaria entre concepto y cosa en sí permite pensar el fondo abisal que existe entre concepto y realidad y al mismo tiempo en Dios. El neutrovacío, concebido como el cosmos en potencia, conduce hacia la idea de que el mundo potencial y el mundo actual no es Dios pero Dios como acto puro está en el mundo. En una palabra, la idea de Neutrovacío nos lleva hacia el reconocimiento de que Dios es el fondo abisal de la ciencia.


 Lima, Salamanca 09 de abril 2015