jueves, 28 de enero de 2016

MORALES DUÁREZ Y EL LIBERALISMO

MORALES DUÁREZ
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
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Vicente Morales Duárez (1757-1812) es la gran figura peruana y americana criolla en las Cortes de Cádiz (1810-1814), en la que llegó a ser su Presidente. Como jurista ilustrado se mostró enemigo de todo privilegio y defendió con gran ardor la libertad de imprenta, la libertad de empleo, abolición de la Inquisición, desmantelamiento del Antiguo Régimen, igualdad de castas y exención del tributo indígena.

Morales Duárez inició sus estudios en el Seminario de Santo Toribio con el propósito de hacer profesión religiosa, pero acabado de fundar el Convictorio de San Carlos, pasó a él como maestro (1771) y en sus aulas perfeccionó su formación jurídica. Entregado a los estudios teológicos, se distinguió en un acto público presenciado por el virrey Amat y Juniet (1773), disertando durante tres horas consecutivas sobre filosofía cristiana. Optó el grado de Doctor en Leyes y Cánones en la Universidad de San Marcos. Incorporado a la Sociedad de Amantes del País a instancias de su amigo íntimo Baquíjano y Carrillo, asesor de los virreyes Gil de Taboada y O´Higgins. En la Universidad regentó cuatro cátedras: Instituta (1792), Código (1794), Vísperas de Cánones (1797) y Decreto de Graciano (1806).

Recomendado por el virrey O'Higgins ante el Rey, para que se le concediera la primera vacante en alguna de las audiencias reales, decidió viajar a España. Llega a la península en situación difícil, en encarnizada lucha de independencia contra las tropas napoleónicas, fue nombrado alcalde de corte de la Real Audiencia de Lima (1810), pero permaneció en España por haber sido elegido diputado a cortes. Una vez instaladas las Cortes, fue nombrado vicepresidente. Integró la comisión de Constitución, en la que se proclamó que “la soberanía reside en la nación” y a ésta pertenece el derecho de establecer sus leyes fundamentales, lo cual implicaba un orden jurídico, político, económico y social nuevo, que limitaba considerablemente la soberanía del rey. Morales Duárez en sus labores abogó por la igualdad de peninsulares y criollos, la representación de americanos en el gobierno central y la mejora de la condición de los indios. Pero llama poderosamente la atención que no se opusiera decididamente a la humillación de las castas (negros, mulatos, zambos y cuarterones) en la denigrante imprudencia constitucional de las Cortes. En esto da un paso atrás respecto al mensaje lascaciano y evangélico pero refleja fielmente los prejuicios de raza de los peninsulares y muchos criollos.

Jurada la Constitución de las Cortes de Cádiz, fue elegido Presidente (1812) y mereció el tratamiento de "majestad". Pero la teoría política de las Cortes de Cádiz no eran enteramente liberales por dos motivos concretos: (1) el cerco militar de las tropas francesas napoleónicas, y (2) no sacrificar la libertad religiosa. Esto era una concesión ideológica al absolutismo, un sesgo reformista poderoso en la revolución política y a través del cual se favorecía un Estado liberal pero confesional. Al no poder invocar enteramente los principios ideológicos de la Revolución francesa y de la Ilustración construyeron una imagen idealizada de una Castilla medieval en la cual los reyes tenían su poder limitado por las cortes. Morales Duárez era un liberal organicista y proclive a la monarquía constitucional.

En realidad, la Constitución de Cádiz sirvió de prolegómenos y modelo al proyecto independentista de país que tenían los criollos en América continental. La gran diferencia era la instauración de repúblicas y la gran similitud era la implantación de estados confesionales, oligárquicos y racistas. En el fondo, el criollo se vestía con el traje del liberal pero se sentía como el nuevo conquistador de América.


Muere en el cargo (1812). Morales Duárez fue hallado sin vida en su habitación tras un ataque de apoplejía. Sería enterrado con honores de Infante de España. Conforme retroceden los franceses la jurisdicción de las Cortes de Cádiz avanza. Pero en 1813 Napoleón restablece en el trono a Fernando VII. Apenas retorna deroga la Constitución en 1814 con el apoyo del Alto Mando militar y la jerarquía eclesiástica, y desató la represión contra los liberales. Por miedo lo restablece entre 1820 y 1823, pero ya el texto liberal de la Constitución de las Cortes de Cádiz había inspirado poderosamente el espíritu independentista hispanoamericano. La obra reformista de Morales Duárez no había sido en vano, la revolución americana criolla era indetenible y la pérdida de los dominios españoles en la América continental era inminente.

Lima, Salamanca 28 de enero 2016

miércoles, 27 de enero de 2016

VISCARDO Y GUZMÁN FILÓSOFO

VISCARDO Y GUZMÁN: Filósofo
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
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Juan Pablo Viscardo y Guzmán (1748-1798), representa la maduración criolla del pensamiento emancipador dentro del reinado del peripatetismo reformista.

Prócer jesuita y escritor criollo, autor de la célebre “Carta a los españoles americanos”, en la que incitaba a los criollos de América a luchar contra la opresión española y formar un estado soberano. Se presume que este documento fue escrito en 1791 a su paso por Francia, convulsionada por la revolución, rumbo a Inglaterra.  Su publicación póstuma data de 1799, cuando Viscardo dejó sus papeles a Rufus King, ministro de Estados Unidos en Inglaterra, quien los entregó al líder patriota venezolano Francisco de Miranda, el cual escogió de entre esos papeles la "Carta…", escrita en francés y la hizo imprimir en Londres en 1799, con pie falso de Filadelfia (Estados Unidos). Después lo publica en Londres en idioma español en 1801.  

Por este documento ha sido reconocido por los historiadores reunidos en el tercer congreso de Historia de América realizado en Buenos Aires, como el “primer precursor ideológico de la independencia americana”. Lo cual es inexacto. Pues el primer precursor ideológico y rebelde en proclamar la Independencia de América fue Túpac Amaru II. Más bien, Viscardo y Guzmán fue el primer precursor ideológico “criollo” de la Independencia americana”.

Cuando el rey Carlos III en 1767 expulsa a los jesuitas de España y sus dominios en 1767 , Viscardo y sus compañeros fueron arrestados y embarcados rumbo a España. Arriba a Cádiz y se le prohíbe, bajo pena de muerte, volver al Perú. Conmovido por la rebelión de Túpac Amaru II en el Perú en 1781, se pone en contacto con el cónsul inglés en Liorna, para que Inglaterra, entonces en guerra con España, ayudara a las colonias hispanoamericanas a lograr su emancipación. Se ofrecía como guía-intermediario porque conocía el idioma quechua, su lengua materna. Ignoraba que la rebelión tupacamarista había sido debelada. Sus argumentos interesaron a los ingleses, quienes lo invitan a Londres ese mismo año. Los hermanos Viscardo viajaron de incógnito, por vía de Alemania. En 1782 arribó a Londres y escribió una carta al gobierno británico, instándole a enviar una expedición hacia Sudamérica, cuya primera conquista debía ser el puerto de Buenos Aires, destinado a convertirse en la base para el avance hacia el territorio del Virreynato del Perú.

Estos planes interesan con más fuerza a los británicos tras perder en 1783 sus trece colonias de América del Norte. En Londres permaneció durante dos años. En ese lapso se produjo un cambio de gobierno en Gran Bretaña y se firmó la paz con España, por lo que los planes de Viscardo dejaron de interesar a los británicos. En 1791 inició otro viaje a Londres, pasó por Francia, entonces convulsionada por la revolución, donde presumiblemente redactó su famosa "Carte a los españoles americanos". En 1795 finalmente en Londres, pero su esperanza de ayuda se vio truncada por las circunstancias internacionales. Continuó en Londres hasta su muerte, tratando de interesar a la corte británica. Enfermo y empobrecido, falleció en febrero de 1798. Tras la publicación de la “Carta” por Miranda, el documento se propagó en el continente americano, y contribuyó a incitar el sentimiento emancipador contra el régimen español. Los restantes legajos, conservados por Rufus King, pasaron a integrar los fondos documentales de la Sociedad Histórica de Nueva York. Casi 200 años después fueron descubiertos por Merle E. Simmons, siendo publicados en 1983.

El prócer jesuita es un ilustrado autóctono y un peripatético reformista, esto es, un neoescolástico adosado con ideas libertarias del 800. En Hispanoamérica las sotanas se pusieron el gorro frigio revolucionario. El espíritu humanista y liberador de la filosofía virreinal se radicaliza. Efectivamente, bebe del modelo liberal revolucionario pero para actualizar las potencialidades emancipadoras de una revolución cristiana restauradora. La revolución que propugna es moderna porque es restauradora, esto es, en la medida en considera que las ideas del Providencialismo cristiano son eternas y se han visto traicionadas por el absolutismo de la corona española. De manera que, nuestro prócer jesuita toma distancia de la silogística peripatética escolástica pero se abraza con mayor fervor al numen libertario del peripatetismo cristiano católico, con lo cual se muestra unido a la utopía moral probabilista de la primera mitad del 700 y al humanismo teológico lascaciano.

De ahí que mientras su contractualismo es económico el contractualismo liberal es político. En Viscardo se vuelve más nítido que la ilustración peruana del 800 no es liberal como  la europea, sino que está presidida por una concepción trascendentalista guiada por el plan divino a realizar. Su objetivo de lograr la independencia de los españoles americanos –criollos, mestizos e indígenas- implica para Viscardo la corrección de las deformidades de un gobierno tiránico, que deformó la auténtica religión, emprendió una desvaída evangelización y terminó violando el pacto con sus súbditos. Su concepción del Estado es organicista y se adhiere a la monarquía constitucional. La teoría política y jurídica de la neoescolástica barroca constituye su fundamento teórico –soberanía popular, derecho natural, tiranicidio-, el élan que lo impulsa es el liberalismo revolucionario francés, su pathos es la metafísica realista y el ethos es la religión cristiana.

La gran incógnita que se suspende en su pensamiento es si su adhesión a la monarquía constitucional hubiese permitido una Casa real indígena. Esto lo ponemos en duda por cuatro razones: (1) se entusiasma por la rebelión tupacamarista pero ello no significa necesariamente una aceptación de su programa en todos los términos, (2) su énfasis en la evangelización, la soberanía popular y contra el tiranicidio lo llevaba hacia una colisión contra el nuevo absolutismo incásico, (3) la matriz cultural hispánica neoescolástica tenía pocas probabilidades de sobrevivir en caso de restauración del Tahuantinsuyo, y (4) porque en el modelo de visión política cristiana basado en la distribución del bien común a partir de la idea de libertad individual, no coincide con el modelo de visión política indígena basado en la distribución del bien común a partir de la idea de comunidad o ayllu. Dentro de la tradición cristiana el derecho a la libertad es el más importante al que no debe renunciar ningún hombre, dentro de la tradición indígena la comunidad y sus derechos están sobre los del individuo. La primera fecunda la democracia, mientras la segunda fertiliza el despotismo.


En una palabra, Viscardo y Guzmán tiene el mérito no sólo de problematizar el Perú, sino de hacerlo desde las canteras revolucionarias del pensamiento cristiano virreinal. No fue un republicanista sino un monarquista constitucional, su racionalidad no es instrumental más bien organicista y su liberalismo no es político sino económico.

Lima, Salamanca 27 de enero del 2016

martes, 26 de enero de 2016

HIPÓLITO UNANUE FILÓSOFO

HIPÓLITO UNANUE: FILÓSOFO
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
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Hipólito Unanue (1755-1833) refutando la tesis europea de la inferioridad biológica a favor de la moral en razón de la esclavitud del indio, fortalece la visión de país y el proyecto nacional independentista criollo, según los cánones científicos del 800 peruano. Su racionalismo metafísico y fideísta lo convierte en uno de los ilustrados religiosos típicos del peripatetismo reformista.

Médico, cosmógrafo, naturalista, escritor científico, periodista, creador de una escuela peruana de medicina, colaborador de virreyes y de los primeros gobiernos republicanos, miembro de la Sociedad de Amantes del País y colaborador del Mercurio Peruano, entre los criollos fortaleció la idea de la patria peruana en las postrimerías de la colonia y fue presidente del primer Congreso Constituyente del Perú (1822-1823). Fue disuadido de ordenarse como sacerdote y se dedicó con entusiasmo al estudio de la física, matemáticas, historia natural, astronomía, literatura antigua y moderna.

Tres son las razones principales por las cuales Unanue, como los demás ilustrados peruanos, no es un irreligioso, a saber: (1) el equilibrio entre razón y fe logrado en el realismo metafísico del tomismo, (2) mantener a raya la racionalización protestante del dogma, y (3) porque la asimilación de la ciencia natural sin el criticismo kantiano lo exonera del giro copernicano antimetafísico y epistemológico a favor de la continuidad de la tradición esencialista clásico-cristiana.

Por estos motivos el ilustrado peruano no era un sabio irreligioso y siempre buscó una conciliación última entre ciencia y religión. Su racionalismo creyente es heredero legítimo del peripatetismo cristiano y su defensa de la experiencia sensible es muestra palpable de su discrepancia con el peripatetismo escolástico silogístico. Esto significa que, es con la silogística del peritatetismo escolástico tardío con el que discrepa la singular ilustración peruana, y no con la escolástica tomista que enseña partir de las cosas finitas para llegar racionalmente a Dios.

Pensar que Unanue y la ilustración peruana es ecléctica es descuidar el carácter fideísta y metafísico del peripatetismo reformista del 800. Por eso en Unanue no se trata de un eclecticismo entre la fe científica ilustrada y la fe religiosa tradicional, pues la intelectualidad del 800 completa orgánicamente su ciclo de evolución racionalista porque se trata de una ilustración moderada, sin los radicalismos deístas europeos y sin desprender la inmanencia de la trascendencia. Ciencia y Fe están estrechamente trabados en el tomismo y en la neoescolástica barroca sucede lo mismo con el desarrollo de las ciencias humanas con el Derecho de Gentes y el Derecho Natural. Al no penetrar el credo protestante en América hispana tampoco ingresa la racionalización del dogma, lo cual impide la hermenéutica religiosa subjetivista e individualista y favorece el desarrollo de una razón en diálogo armónico con la fe acorde con el Magisterio de la Iglesia.

Además, la asimilación del saber natural y científico del 700 mantiene el equilibrio entre ciencia y metafísica, porque la propia ciencia europea no va unida aún a la disolución del pensar metafísico –lo que ocurrirá recién a partir de Kant y no de Newton-. Será recién con Bartolomé Herrera y en el primer tercio del siglo diecinueve que se encontrará en el Perú una mención a Kant junto a Rousseau rechazando la propugnada democracia. Y es esta postura precriticista justamente la que se advierte en todos los ilustrados peruanos del 800, porque son herederos de una tradición cultural donde la razón autónoma no colisiona con la fe cristiano católica.

El centáurico metafísico e investigador empírico que era Unanue se inserta en la tradición esencialista de la naturaleza donde ésta es obra de la divinidad. Pero tratase de un paradigma organicista en la forma  aderezado del espíritu del paradigma mecanicista en el contenido y por eso ve el orden fenoménico opuesto al producto de la especulación desenfrenada. En su visión metafísica de la naturaleza se fusiona la concepción como producto de la reflexión y voluntad divina de Weigel y Boehme y la interpretación del materialismo metafísico de un Agripa von Nettesheim, Paracelso, Telesio y Patrizzi. Es decir, su pensamiento metafísico combina el sustancialismo clásico-cristiano con el mecanicismo moderno, porque la Naturaleza aun conteniendo leyes matemático-cuantitativas es creación de la voluntad divina.

Unanue busca una visión integral del Perú, tanto en su aspecto físico-geográfico como humano. Y esto se demuestra en sus artículos que aparecieron en el Mercurio Peruano, El Satélite del Peruano y El Verdadero Peruano. En el primero aparecieron los titulados “Idea general del Perú” y “Sobre geografía física del Perú”. Esta emoción peruanista y afán por el conocimiento pleno del Perú estuvo transida de una protesta criolla, al tratar de refutar la tesis europea de franceses y revolucionarios sobre la inferioridad del indio –y por añadidura del criollo- no por razones biológicas o raciales sino por motivos climáticos. Unanue enfrenta las invectivas contra la naturaleza del suelo americano y busca explicar el vínculo entre el paisaje y la geografía con el ser humano. Tras valorar las bondades del suelo americano, resaltar la riqueza de variedades animales y refutar que la pereza tiene su origen en un clima tropical, concluye visionariamente que la diferencia entre los hombres no es física ni biológica sino moral.

Por tanto, no es cierta la tesis europea de la inferioridad del indio en razón al clima. Su argumentación culmina en que es la esclavitud –obviamente impuesta por la monarquía española- la responsable principal del deterioro moral del indio. En consecuencia solamente la libertad es capaz de devolverle al indio su humanidad. Este es el verdadero tema de su libro El clima de Lima. Unanue utiliza un tema científico para arribar a conclusiones políticas que remecen las estructuras del poder colonial.


Sin embargo, su novedosa tesis que responde a los académicos europeos también tiene un lado problemático. Pues, si el indio está en inferioridad de condiciones por la esclavitud impuesta por los españoles, entonces no puede ser capaz de dirigir el país, ni emprender un proyecto nacional con coherencia. En consecuencia, al igual que los otros ilustrados criollos se deduce que se antepondrá la evangelización y la educación a cargo de los criollos para el logro de la plena ciudadanía del indígena. En otras palabras, el indígena sigue siendo un manumiso tutelado por otro estamento social. Ahora se entiende su distancia con la rebelión revolucionaria de Túpac Amaru II, quien sigue siendo la piedra de toque en medio del peripatetismo reformista para dirimir un proyecto nacional alternativo al criollo.

Lima, Salamanca 26 de enero del 2016

lunes, 25 de enero de 2016

BAQUÍJANO Y CARRILLO Y LA INDEPENDENCIA CRIOLLA

BAQUIJANO Y CARRILLO:
IDEÓLOGO DE LA INDEPENDENCIA CRIOLLA
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
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José Baquíjano y Carrillo, III conde de Vistaflorida (1751-1817) y hombre de gran fortuna, expresa la preocupación de la élite criolla adinerada ante el absolutismo monárquico que se vuelve más reaccionario tras el levantamiento tupacamarista. Por difundir el enciclopedismo en la Universidad de San Marcos es considerado un precursor ideológico de la Independencia del Perú, pero su verdadero objetivo era propugnar reformas en el poder colonial, exigir al monarca español que se gobierne con justicia para el pueblo que incluye a los indios. Pero para él al indio le falta educarse y cristianizarse. Por ende la soberanía popular no puede residir en éstos sino en los criollos. De ahí que no apoye la postura tupacamarista de romper con las corona española, Baquíjano solamente busca mejorar la justicia colonial y considera que los indios no están en capacidad de dirigir la nación. Esto le valió la crítica de los monárquicos, el reconocimiento de los criollos blancos y el repudio de los indígenas.
Su visión reformista-criolla de la voluntad popular y la libertad ciudadana solamente contentó a la élite criolla adinerada, justamente la que se beneficiaría con la Independencia del Perú. En su discurso tibio y moderado queda retratado el perfil del real cariz criollo del proceso independentista peruano. En otras palabras, la independencia de 1821 no fue la del Perú entero sino primordialmente de los criollos blancos peruanos. Así quedó abierta la vía de entrada para la construcción de una patria y un nuevo Estado para los criollos, no así para los indios. A partir de entonces Lima y la Costa dejarán de ser zona quechuahablante para ser exclusivamente lengua castellana. Puno, Cuzco, Ayacucho, Huánuco, Cajamarca dejarán de ser los ejes de desarrollo nacional que corre por la cordillera andina, para serlo la costa y el océano, tendencia que se acentuó con la revolución industrial. Así quedaría delineada las grandes rutas de desarrollo de la visión criolla del proyecto nacional. Los criollos blancos tenían la mirada puesta hacia fuera, mientras los indios revertían la mirada hacia dentro. Eran dos visiones y dos proyectos independentistas de país distintos y el sino de la historia favorecería a la criolla. La ruptura más brutal con los andes no acontece durante la Colonia sino con la República de criollos. Lo cual quedó grabado a fuego en las Constituciones del 1823 y 1827, que a la letra ponen el idioma castellano como lengua oficial del Perú, lo que equivalía a la marginación socio-cultural del indio en la república criolla. La República de Indios y la República de Españoles de la Colonia de los Habsburgo dejaron de existir.

El Perú nacía a la vida republicana de modo desgarrado y escindido por la racista visión criolla. No es casual que cuando en 1835 el proyecto de la Confederación Perú-Boliviana estaba a punto de plasmarse los criollos de Lima anunciaron la temida “conquista del Perú por el indio”, y derrotaron en la Batalla de Yungay (1839) al ejército de la Confederación del General Santa Cruz porque los criollos (Castilla) prefirieron unirse con Chile (Bulnes) para formar el Ejército Unido Restaurador. Este espíritu elitista criollo sería el germen de la llamada República Aristocrática (1895-1919), que apoyada en ideas positivistas preconizaba el progreso en una “república sin indios”. Este estado oligárquico sería desmantelado en 1968 por el General Velasco, justamente quien reivindicará a Túpac Amaru.
El ennoblecido criollo Baquíjano y Carrillo nació en 1751. Hijo de un acaudalado matrimonio, descendiente de conquistadores y fundadores de Lima. de Fue destinado por su familia a la carrera académica. Realizó sus estudios de latinidad en el Real Colegio de San Martín y luego ingresó al Seminario de Santo Toribio. Posteriormente optó grados de Bachiller en Cánones, y de Doctor en Leyes y Cánones en la Universidad de san Marcos a los trece precoces años. Recibido de abogado en la Real Audiencia en 1769, fue secretario del obispo electo del Cusco, participa en el IV Concilio Limense, asesor del Tribunal del Consulado y Cabildo de Lima, viaja a España, a solicitar alguna posición, pero por su afición a los juegos recibe la orden de abandonar la corte en 1776. En Lima obtuvo las cátedras sanmarquinas de Instituta en 1778 y de Vísperas de Leyes en 1780. En plena conmoción por la rebelión de Túpac Amaru en San Marcos, lideró un movimiento modernizador de la enseñanza que difunde el enciclopedismo y el concepto de la libertad de prensa. Miembro y fundador de la Sociedad de Amantes del País en 1790, colaborador del reducto ideológico criollo el Mercurio Peruano.
A Baquíjano se le recuerda especialmente por El Elogio a Jáuregui en la Universidad de San Marcos en 1781, discurso con el que le dio la bienvenida al virrey Agustín de Jáuregui de una manera atrevida y donde se destaca su moderada protesta criolla al sistema colonial, pues sabía que el cambio era necesario e ineludible y era mejor no exponer el régimen colonial al triunfo de otra insurrección indígena. De ahí que nunca apoyara la ruptura con Españoles.
En 1790, fundó, junto al padre Diego Cisneros y los miembros de la Sociedad Filarmónica, la Sociedad de Amantes del País, de la que fue presidente hasta 1793. Baquíjano escribió, bajo el nombre de Cefalio, diversos artículos históricos y económicos a través del periódico de la Sociedad, el Mercurio Peruano, esquivando prudentemente los temas políticos. En 1792, se le concedió la Orden de Carlos III y al año siguiente se traslada a España. En España, fue personero de la Universidad de San Marcos y el Cabildo ante la Corte. En 1799, al no poder regresar al Perú por la guerra de España con Gran Bretaña, se trasladó a Cádiz –donde un año antes ya había muerto en prisión el hijo de Túpac Amaru-, ciudad asediada por los británicos. En 1802, regresó al Perú y en 1806 el represivo virrey  Abascal lo nombró director de estudios de San Marcos y visitador del Convictorio de San Carlos. En 1807 es ascendido a Oidor y ese mismo año fallece soltero su hermano mayor, y hereda en 1809 sus bienes. Con dicha fortuna se dedica a la filantropía y protege algunas iglesias de Lima. El Consejo de Regencia en 1812 de España lo nombra Consejero de Estado y al año siguiente parte por tercera vez a España acompañado del joven marqués de Torre Tagle. En 1814 su casa de Madrid es centro de los americanos liberales. Lo protegen el peruano duque de San Carlos y el mexicano Manuel de Lardizábal, cuando caen estos personajes es objeto del castigo de Fernando VII, que lo confina en Sevilla. Allí fallece en 1817.

En una palabra, Baquíjano y Carrillo con justicia puede ser considerado como un prócer de la emancipación y de la independencia del Perú en su versión criolla. Versión que se vio favorecida porque los propios libertadores fueron criollos, de formación europea. El liderazgo de la independencia de América no cayó en manos indígenas y su redención en el Perú debería esperar otro largo lapso.
Lima, Salamanca 25 de enero del 2016